La indumentaria representativa de la orden comenzó a gestarse con la adopción de la Regla del Císter por los templarios, por la cual tomaron el manto blanco característico de dicha orden religiosa. Posteriormente en 1146, el Papa Eugenio III concedió a los Templarios su hábito definitivo, ordenándoles portar, a la altura del corazón, una cruz roja en forma de cruz latina con los cuatro brazos iguales, pero más ancha en los extremos que en el centro de cada brazo, también denominada octogonal o pattée.
El equipo que distinguia a los Caballeros Templarios hacia 1120, poco después de sus formación, estaba compuesto por una cota de mallas y un casco como el que vemos en la imagen.
Treinta años más tarde, en 1150, se añadió a la cota de mallas el escudo alargado y la oriflama.
Un siglo después, año 1250, ya se aprecia el cambio hacia la típica armadura del siglo XIII, que incluía el calzado de malla y el yelmo cerrado.
Fueron los primeros guerreros en ir uniformados con distintos colores, según rango y misión.
La Orden del Temple escogió el blanco como color a partir de la Regla del Císter. El atavío les fue prescrito por San Bernardo, en el reglamento que compuso para el gobierno de la Orden, y se describe en el capítulo XX, en esta forma: “A todos los Caballeros declarados, ya sea en invierno o en verano proporcionamos, si se pueden obtener, vestiduras blancas, para que aquellos que han dejado tras de sí las huellas de una vida de ignorancia, puedan conocer que deben procurar encomendarse a su Creador y pedirle una vida pura y sin mancha”.
La cruz paté de color rojo que todos conocemos se debe al Papa Eugenio III, quien en 1146 decidió que la Orden llevara a la altura del corazón una cruz bermeja en forma de cruz latina con los cuatro brazos iguales, más ancha en los extremos que en el centro de cada brazo, también denominada octogonal o pattée.
Los caballeros también debían llevar el pelo corto y la barba larga y abundante; podían comer carne tres veces por semana y guardar abstinencia los demás.
Un templario recibía la indumentaria una vez ordenado, no debía compartirla con nadie y era el único responsable del cuidado de su equipo. Su imagen externa debía ser buena puesto que representaba a la Orden.
El hermano pañero debía cuidar de que las ropas que vestían los demás y él mismo no fuesen causa de censura por parte de los maliciosos o envidiosos. Así pues, debía dictaminar un tamaño acorde a la convivencia para cada una de las prendas que se les entregaba a los hermanos, tanto las de guerra como las de paz. También se ocupaba de la ropa de cama y de que todos los hermanos llevaran el pelo cortado honestamente.
Un nuevo caballero templario recibía una equipación formada por:
-Dos camisas.
-Dos pares de calzas de burel.
-Un sayón.
-Dos calzones.
-Una capa.
-Una pelliza.
-Dos mantos (uno para el invierno forrado de oveja o carnero y otro para el verano).
-Un cinturón ancho de cuero.
-Dos bonetes (uno de algodón y otro de fieltro).
-Una túnica de manga corta.
-Debajo del manto y la armadura, usaban camisa y calzoncillos que no podían quitarse ni para dormir.
-Ni en su persona ni en el cabello podían lucir adornos de oro o plata, salvo si se trataba de limosnas recibidas como tales.
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La indumentaria militar (ss. XII y XIII) estaba compuesta por:
-Una cota de mallas en forma de caperuza, que cubría hasta la cabeza, dejando tan sólo el rostro descubierto. Se fabricaba sobre cuero, donde se insertaban anillas o placas metálicas. Recubría el cuello, los hombros, el torso y la espalda con faldeta para proteger los muslos. Se llevaba bajo la ropa y podía llegar a constar de más de 200.000 anillas.
-Un par de calzas de hierro con sus grebas o placas metálicas que protegían las piernas.
-Un yelmo o casco de hierro cónico que llevaba placas de acero remachadas. Poseía agujeros en la parte frontal para poder ver y otros mas pequeños en la parte inferior para facilitar la respiración. Su peso oscilaba entre los 7 y los 10 Kg. A partir del siglo XIII, el yelmo se cerró dejando una estrecha visera rectangular para la visión.
-Guantaletes de rejilla metálica reforzados de escamas metálicas en el envés de la mano y los dedos.
-Espaldera, que hacía la función de coraza posterior.
-Túnica de tela blanca. Recubría todo el conjunto para aliviar el calor. Sobre ella se llevaba la capa blanca.
-Escudo, de forma elíptica con apunte triangular. Se construía con planchas de madera recubiertas de hierro y se acoplaba al brazo izquierdo.
-Lanza larga, de hasta 4 metros, en madera con ástil de hierro bien afilado.
-Espada de doble filo y longitud variable.
-Maza turca de plomo y bronce con aristas cortantes.
-Machete ancho de un solo filo.
-Tres tipos diferentes de cuchillos, una gualdrapa o manta para cubrir su caballo, un caldero, un cuenco para medir la cebada y seis alforjas.
El conjunto superaba los 40 kilos de peso y requería un vigor extraordinario para soportarlo y manejarlo con soltura. El caballo también iba acorazado y protegido.
El estandarte del Temple, que portaba un abanderado en las batallas, consistía en dos franjas horizontales: negra y más estrecha, la de arriba; blanca, la inferior. Se denominaba Beaussanto "la bella enseña".
VESTIMENTA DEL COMENDADOR
Su uniforme estaba formado por una túnica verde con filos blancos y cenefa roja y una capa blanca encima con la cruz roja estampada.
VESTIMENTA DEL SARGENTO
Túnica sin mangas de color marrón con la cruz bermeja estampada en el pecho, a la altura del corazón.
Non Nobis Domine, Non Nobis, Sed Nomini Tuo Da Gloriam.
Destacados:
Ceremonia de Iniciación 20 y 21 de Marzo.
Proximamente Calendario Anual.
Que no nos resignemos a que los incidentes y aconteceres de la economía manejen nuestra vida. Que no nos resignemos a pensar que la crisis actual justifica ignorar que detrás de cada hombre y mujer hay un hijo del Dios Vivo, por pobre, desocupado, marginal, solitario que lo veamos. Un nuevo año es una nueva oportunidad, un nuevo regalo de Dios, un peldaño más hacia el Reino de la Verdad, de la Justicia, del Amor y de la Paz.
Que la tierra vaya haciendo camino ante tus pasos, que el viento sople siempre a tus espaldas, que el sol brille calido sobre tu cara, que la lluvia caiga suave sobre tus campos.
Y hasta que volvamos a encontrarnos, que Dios te guarde en la palma de sus manos.